Pues sí, un monstruo –uno verdadero, no como el de la película, por lo demás, lenta, ñoña y lacrimógena-, sino un monstruo del copón de la baraja, va a ocupar tras las navidades la poltrona del mundo mundial.
Y se preguntarán: ¿cómo es posible que cientos, miles de encuestas previas no nos advirtiesen de su advenimiento? Pues porque -y esto es lo más irritante- ninguna ha parecido aplicar una ley no escrita, pero fundamental en la...