Curado de espanto –o de espantos, que ambas expresiones son correctas-, mi creciente insensibilidad me protege frente a los desatinos que escucho o leo a diario en los medios de comunicación. Ya hemos comentado aquí hasta dónde puede llegar la ignorancia de la mayoría de los autodenominados periodistas, precisamente uno de los colectivos que más debería mirar por la salud y el buen uso del idioma, de su herramienta de trabajo al fin....
DOCTORES TIENE LA IGLESIA
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