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NEGRO (II)

Nigger –también su derivado “niga”, probablemente por corrupción fonética de la pronunciación sureña en USA-, es el insulto preferido destinado a los negros norteamericanos. Incluso hay quien (en el desbarajuste neuronal que producen las ideas racistas cabe todo) justifica la división entre negros –blacks- y negros supuestamente inadaptados –niggers-,  para mantener en su léxico este término tan vejatorio.

Así pues, habría una especie de “negros buenos”, pero también otros que no lo serían tanto, y a los que habría que tildar de “niggers”. No sabemos en qué estaría pensando un veterano jefe de policía que tuvo que dimitir el pasado mes de mayo en Wolfeboro (New Hampshire), cuando salió a la luz que se había referido al presidente Obama como “nigger”.

El término es latín puro y  lo encontramos en la denominación de algunos países –Niger o Nigeria-, o en cultismos, como en un precioso e infrecuente superlativo de negro en castellano: nigérrimo. Estamos convencidos de que los red necks que se llenan la boca de babas con este improperio discriminatorio, ignoran que están echando mano de la lengua vaticana, lo que tradicionalmente se consideró como el idioma de Dios: ya sabemos aquello de los caminos inescrutables.

Como, felizmente, carecemos en nuestro idioma de algo parecido, cuando “nigger” aparece en las películas yanquis, en la traducción lo suelen sustituir por “esclavo” o “negrata”. Resulta difícil valorar lo acertado de la interpretación, pero, como apuntaba antes,  no tenemos nada similar en castellano, al menos, conceptualmente.

Sin embargo, contamos con una voz colombiana, “niche”, que nos remite a la misma raíz y a idéntico significado, aunque –sorpresa- con una connotación antitética. “Niche” se convierte así en la forma cariñosa para nombrar a los negros en el país cafetero. Incluso encontramos a muchos que prefieren para sí el término “moreno” –que no deja de ser un eufemismo y se presta a confusión, como ahora veremos- pero en cambio reivindican la voz “niche”, pues no les resulta ofensiva en modo alguno.

Como caso paradigmático, una de las orquestas más populares de Colombia, El Grupo Niche –en efecto, compuesto por músicos negros- hace bandera y seña de identidad de esta denominación, en un país donde lo negro, la negritud de la que se enorgullecieron los discípulos de Malcolm X hace tres décadas, no acaba de asumirse con naturalidad. Y si no que se lo digan al maestro de la cumbia Adolfo Pacheco, que compuso la elocuente y popular canción“No es negra, es morena”, y que, en una de sus estrofas, añade: “como son todas las de mi tierra”.

Enseguida nos ocupamos del término “moreno”.

Javier García-Egocheaga Vergara

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